HISTORIA
El barranco de Santos, es uno de los más emblemáticos de la
isla de Tenerife. En él se han desarrollado algunos de los pasajes históricos
más notables de la conquista de la isla de Tenerife por parte de los españoles. En sus inmediaciones se estableció el primer campamento de la conquista, y sus
moradores del poblado que existía a la altura del actual barrio del Becerril,
quienes formaron el primer contingente de prisioneros durante la guerra
abierta, deportados por Lugo a los mercados de esclavos de Sevilla y Valencia.
Este barranco tiene su inicio o nacimiento en la cumbre del
lugar de Jardina (las Mercedes o Wenhu) La Laguna, en el vértice que divide los
valles de Tahodio y de Jardina (hardina), en su principio es una simple zanja
situada al frente de unas cuevas habitación que están en el camino en su lado
Norte y al final del mismo.
Es un lugar de interés arqueológico pues en él han aparecido varias momias guanches, y además el nombre del barranco "Santos" le vino del hallazgo de varios ídolos guanches, a quien se los denominaba "Santos guanches". No obstante, muchos creen que la denominación "Santos" procede de Diego Santos, vecino de Santa Cruz de
quien se tiene noticia cierta desde 1519, con cuyo nombre se conoce desde
temprana época el más importante de cuantos cruzan la ciudad.
Dentro del término municipal de La Laguna, el barranco de
Gonzaliánez o de La Jardina, desagüe natural de la antigua Aguere, se une con
el de Barrio Nuevo a la altura de la
Curva de Gracia. Casi inmediatamente recibe por la derecha al Gomero, que
vienedesde las proximidades del camino de San Francisco de Paula, y por la
izquierda al de Colín, que recoge las aguas de las laderas de San Roque y de La
Gallardina. Atraviesa los barrios de Finca España y La Higuerita y recibe al
barranco de Tabares al pie de la Montaña de Guerra, a la que luego bordea en un
profundo tajo. Cuando en su marcha
descendente ya casi abandona las estribaciones de esta montaña, justo al cortar
con el fondo de su cauce la cota de los 160 metros, el barranco de Santos entra
en la jurisdicción de Santa Cruz, a la altura del Barrio de la Salud Alto.
Con solo considerar esta primera parte de su recorrido, se
hace evidente el importante papel de colector que juega como salida natural de
las aguas pluviales de una amplia comarca, lo que explica el volumen de sus
avenidas cuando se producen lluvias intensas y la aparatosidad de las mismas al
llegar al tramo final del curso. Esta circunstancia se ve luego incrementada al
recibir por la izquierda la aportación de los barrancos de Los Puercos y de
Carmona que, reunidos después de recoger el agua de los Valles, pasan entre las
citadas montaña de Guerra y Las Mesas, y confluyen con el de Santos más arriba
del mercado del barrio de La Salud.
Aproximadamente a esta altura se encuentra la segunda en
altitud de las prosas que se construyeron en el pasado siglo en este barranco.
Existe otra más arriba, en el término de La Laguna, al pie mismo de la Montaña
de Guerra. Todas ellas, hasta ocho, se encuentran actualmente inutilizadas,
derruidos los muros de contención o rellenados sus vasos por los aportes del
barranco.
Entre el Barrio Nuevo, situado en las laderas de Las mesas y
el de La Salud, el cauce se estrecha y las edificaciones de ambas márgenes casi
se dan la mano, separadas sólo por el pedregoso tramo que forma el lecho del
barranco, que entre desperdicios de todas clases y las aguas pluviales, cuando
las hay, sólo dejan espacio para recoger el desagüe de las cloacas del
vecindario, que verdinosas y pestilentes discurren junto a las paredes de
viviendas de precaria construcción.
En este paraje se alza la estructura moderna del puente de
Javier Loño, que una los barrios de Uruguay y de La Salud, y que visto desde el
fondo del cauce da la sensación de que con su rectilínea y aérea traza se eleva
muy por encima de la miseria y el subdesarrollo que existe a sus pies. Desde la
profundidad de este punto de observación algunas edificaciones de Barrio Nuevo
nada tienen que envidiar a las conocidas perspectivas de “casas colgantes” de
otras latitudes, de las que únicamente se diferencian por la mayor modernidad,
en nuestro caso, de los materiales de construcción empleados y por las circunstancias sociales que las
originaron.
Antes de llegar al puente Zurita, el barranco de Santos
recibe la aportación del de Macario, aunque más valdría decir recibía, pues
prácticamente ha sido cubierto entre Salud Alto y Villa Ascensión. Tal es así
que el mismo punto de confluencia de ambos se encuentra hoy ocupado por
viviendas de autoconstrucción, que invaden totalmente su cauce.
Entre el barrio del Uruguay y el puente de los Asuncionistas
el barranco apenas se ensancha para inmediatamente después de rebasado este
último, volver a estrecharse en un profundo corte que desemboca en un gran
salto, entre el barrio de Duggi y los terrenos del actual parque Viera y
Clavijo. A continuación de ese punto se encuentra el paraje más impresionante
de todo el recorrido urbano del barranco. El lecho, amplio y llano, discurre
entre elevados paredones basálticos, en algunos lugares de total verticalidad,
márgenes que inician un paulatino descenso al aproximarse al puente Galcerán.
Todavía en estos alrededores , de inhóspita apariencia y dificultoso aspecto,
se encuentran algunas chabolas ocupadas por familias cuya condición de vida
deben ser similares a las que ocupaban las mismas cuevas el siglo pasado. Sin embargo, este lugar, por su salvaje
apariencia y su grandiosidad, en medio del casco urbano y al mismo tiempo tan
distante, es de los más sugestivos de todo el recorrido del barranco y encierra
una extraña belleza susceptible de potenciarse con iniciativas que podrían
realizarse sin plazo fijo, poco a poco. Encierra grandes posibilidades para
área de esparcimiento, siempre que no se le haga perder su agreste atractivo.
Al acercarse al mar el barranco de Santos se remansa y se
integra en el paisaje urbano. Es, simplemente, el barranco, de entrañables
historias y añejas tradiciones santacruceras. Su desembocadura ha sufrido
importantes modificaciones impuestas por el urbanismo y las recientes
realizaciones portuarias, algunas de las cuales sumen la perplejidad al
ciudadano de pie que, desconocedor de las profundas razones técnicas o
políticas que las han motivado, sólo concluye de su observación inmediata a la
fatuidad de algunos proyectos o la dudosa rentabilidad de las cuantiosas
inversiones realizadas.
Allí, cuando al morir en el mar recibía la caricia de las
olas, existió el Charco de la Casona, de nostálgicos evocadores recuerdos para
los más vetustos de nuestros conciudadanos. Las aguas se remansaban junto a la
playa y las pleamares lo abastecían con su salobre aporte , pro también llegó a
constituir un problema por los vertidos y desagües del vecindario.
Algo que hay que decir del nombre con el que se conocía el
famoso lugar. Hay quien lo llama Cazona, con Z, aludiendo a una pretendida
hembra del conocido selacio, relativamente abundante en nuestros mares, que de
alguna forma la fuerza de la marea impulsaría dentro del charco, llegando a
enseñorearse del mismo. Resulta extraña esta conclusión, pues, aàrte de que en
el común hablar de nuestras gentes la Z se pronuncia como S, no sabemos de pez
alguno para el que habitualmente se diferencia el sexo por su nombre.
Cualquiera que sea el origen de su nombre, el famoso charco,
como ya se dijo, llegó a ser un auténtico problema para el sector de la
población, lo que dio ocasión a que se pensara en múltiples remedios. Para su
eliminación, una empresa australiana llegó a proponer al Ayuntamiento, entre
otras soluciones, el desvío del barranco para permitir la libre entrada del mar
y convertir el lugar en balneario para baños. Esta idea fue bastante aireada y
discutida en su época, pero todo quedaría en nada, pues probablemente no se
encontró fórmula adecuada para prevenir las avenidas y arrastres del barranco.
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