martes, 2 de abril de 2013

Contexto socio-histórico


HISTORIA

El barranco de Santos, es uno de los más emblemáticos de la isla de Tenerife. En él se han desarrollado algunos de los pasajes históricos más notables de la conquista de la isla de Tenerife por parte de los españoles. En sus inmediaciones se estableció el primer campamento de la conquista, y sus moradores del poblado que existía a la altura del actual barrio del Becerril, quienes formaron el primer contingente de prisioneros durante la guerra abierta, deportados por Lugo a los mercados de esclavos de Sevilla y Valencia.
Este barranco tiene su inicio o nacimiento en la cumbre del lugar de Jardina (las Mercedes o Wenhu) La Laguna, en el vértice que divide los valles de Tahodio y de Jardina (hardina), en su principio es una simple zanja situada al frente de unas cuevas habitación que están en el camino en su lado Norte y al final del mismo.
Es un lugar de interés arqueológico pues en él han aparecido varias momias guanches, y además el nombre del barranco "Santos" le vino del hallazgo de varios ídolos guanches, a quien se los denominaba "Santos guanches". No obstante, muchos creen que la denominación "Santos" procede de Diego Santos, vecino de Santa Cruz de quien se tiene noticia cierta desde 1519, con cuyo nombre se conoce desde temprana época el más importante de cuantos cruzan la ciudad.
Dentro del término municipal de La Laguna, el barranco de Gonzaliánez o de La Jardina, desagüe natural de la antigua Aguere, se une con el de Barrio Nuevo  a la altura de la Curva de Gracia. Casi inmediatamente recibe por la derecha al Gomero, que vienedesde las proximidades del camino de San Francisco de Paula, y por la izquierda al de Colín, que recoge las aguas de las laderas de San Roque y de La Gallardina. Atraviesa los barrios de Finca España y La Higuerita y recibe al barranco de Tabares al pie de la Montaña de Guerra, a la que luego bordea en un profundo tajo.  Cuando en su marcha descendente ya casi abandona las estribaciones de esta montaña, justo al cortar con el fondo de su cauce la cota de los 160 metros, el barranco de Santos entra en la jurisdicción de Santa Cruz, a la altura del Barrio de la Salud Alto.
Con solo considerar esta primera parte de su recorrido, se hace evidente el importante papel de colector que juega como salida natural de las aguas pluviales de una amplia comarca, lo que explica el volumen de sus avenidas cuando se producen lluvias intensas y la aparatosidad de las mismas al llegar al tramo final del curso. Esta circunstancia se ve luego incrementada al recibir por la izquierda la aportación de los barrancos de Los Puercos y de Carmona que, reunidos después de recoger el agua de los Valles, pasan entre las citadas montaña de Guerra y Las Mesas, y confluyen con el de Santos más arriba del mercado del barrio de La Salud.
Aproximadamente a esta altura se encuentra la segunda en altitud de las prosas que se construyeron en el pasado siglo en este barranco. Existe otra más arriba, en el término de La Laguna, al pie mismo de la Montaña de Guerra. Todas ellas, hasta ocho, se encuentran actualmente inutilizadas, derruidos los muros de contención o rellenados sus vasos por los aportes del barranco.
Entre el Barrio Nuevo, situado en las laderas de Las mesas y el de La Salud, el cauce se estrecha y las edificaciones de ambas márgenes casi se dan la mano, separadas sólo por el pedregoso tramo que forma el lecho del barranco, que entre desperdicios de todas clases y las aguas pluviales, cuando las hay, sólo dejan espacio para recoger el desagüe de las cloacas del vecindario, que verdinosas y pestilentes discurren junto a las paredes de viviendas de precaria construcción.
En este paraje se alza la estructura moderna del puente de Javier Loño, que una los barrios de Uruguay y de La Salud, y que visto desde el fondo del cauce da la sensación de que con su rectilínea y aérea traza se eleva muy por encima de la miseria y el subdesarrollo que existe a sus pies. Desde la profundidad de este punto de observación algunas edificaciones de Barrio Nuevo nada tienen que envidiar a las conocidas perspectivas de “casas colgantes” de otras latitudes, de las que únicamente se diferencian por la mayor modernidad, en nuestro caso, de los materiales de construcción empleados y  por las circunstancias sociales que las originaron.
Antes de llegar al puente Zurita, el barranco de Santos recibe la aportación del de Macario, aunque más valdría decir recibía, pues prácticamente ha sido cubierto entre Salud Alto y Villa Ascensión. Tal es así que el mismo punto de confluencia de ambos se encuentra hoy ocupado por viviendas de autoconstrucción, que invaden totalmente su cauce.
Entre el barrio del Uruguay y el puente de los Asuncionistas el barranco apenas se ensancha para inmediatamente después de rebasado este último, volver a estrecharse en un profundo corte que desemboca en un gran salto, entre el barrio de Duggi y los terrenos del actual parque Viera y Clavijo. A continuación de ese punto se encuentra el paraje más impresionante de todo el recorrido urbano del barranco. El lecho, amplio y llano, discurre entre elevados paredones basálticos, en algunos lugares de total verticalidad, márgenes que inician un paulatino descenso al aproximarse al puente Galcerán. Todavía en estos alrededores , de inhóspita apariencia y dificultoso aspecto, se encuentran algunas chabolas ocupadas por familias cuya condición de vida deben ser similares a las que ocupaban las mismas cuevas el siglo pasado.  Sin embargo, este lugar, por su salvaje apariencia y su grandiosidad, en medio del casco urbano y al mismo tiempo tan distante, es de los más sugestivos de todo el recorrido del barranco y encierra una extraña belleza susceptible de potenciarse con iniciativas que podrían realizarse sin plazo fijo, poco a poco. Encierra grandes posibilidades para área de esparcimiento, siempre que no se le haga perder su agreste atractivo.
Al acercarse al mar el barranco de Santos se remansa y se integra en el paisaje urbano. Es, simplemente, el barranco, de entrañables historias y añejas tradiciones santacruceras. Su desembocadura ha sufrido importantes modificaciones impuestas por el urbanismo y las recientes realizaciones portuarias, algunas de las cuales sumen la perplejidad al ciudadano de pie que, desconocedor de las profundas razones técnicas o políticas que las han motivado, sólo concluye de su observación inmediata a la fatuidad de algunos proyectos o la dudosa rentabilidad de las cuantiosas inversiones realizadas.
Allí, cuando al morir en el mar recibía la caricia de las olas, existió el Charco de la Casona, de nostálgicos evocadores recuerdos para los más vetustos de nuestros conciudadanos. Las aguas se remansaban junto a la playa y las pleamares lo abastecían con su salobre aporte , pro también llegó a constituir un problema por los vertidos y desagües del vecindario.
Algo que hay que decir del nombre con el que se conocía el famoso lugar. Hay quien lo llama Cazona, con Z, aludiendo a una pretendida hembra del conocido selacio, relativamente abundante en nuestros mares, que de alguna forma la fuerza de la marea impulsaría dentro del charco, llegando a enseñorearse del mismo. Resulta extraña esta conclusión, pues, aàrte de que en el común hablar de nuestras gentes la Z se pronuncia como S, no sabemos de pez alguno para el que habitualmente se diferencia el sexo por su nombre.
Cualquiera que sea el origen de su nombre, el famoso charco, como ya se dijo, llegó a ser un auténtico problema para el sector de la población, lo que dio ocasión a que se pensara en múltiples remedios. Para su eliminación, una empresa australiana llegó a proponer al Ayuntamiento, entre otras soluciones, el desvío del barranco para permitir la libre entrada del mar y convertir el lugar en balneario para baños. Esta idea fue bastante aireada y discutida en su época, pero todo quedaría en nada, pues probablemente no se encontró fórmula adecuada para prevenir las avenidas y arrastres del barranco.



No hay comentarios:

Publicar un comentario